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Dichosos los que tienen claras las ideas,
porque de ellos es el reino de las dudas.

Siempre he tendido a la reflexión, pero no siempre he sido reflexivo. En ocasiones la vehemencia, aunque estuviese fundamentada en el convencimiento de una idea, en la bondad y utilidad objetiva de la misma, solo ha servido para entorpecer y ocultar el camino hacia la verdad. Como esas nubes oscuras que ni dejan lluvia ni permiten pasar la luz del sol.
Creerse en posesión de la razón sin atender ni valorar los argumentos de los otros, no solo es un error sino la muestra palpable de la propia endeblez argumentativa, pues solo escuchando con paciencia y detenimiento se logra obtener la claridad suficiente para establecer la duda como base inicial de un planteamiento crítico, racional y sólido.

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